Hablemos de... Storytelling Político
el poder del relato en política
En la era de la hiperconexión (ya dejé atras el concepto de sobrercomunicación), donde una publicación puede volverse viral en segundos y un video de 30 segundos puede marcar la agenda mediática, la política ya no se define únicamente en los pasillos de poder, sino en las autopistas de las redes sociales y en las esquinas de los memes. Hoy, la política es también una batalla de quien cuenta mejor la historia. Es en este campo cuando el storytelling cumple la funcionalidad clave de transformar datos, propuestas o ideas en una narrativa que conecte con la gente, que emocione, que sea recordada y que sobretodo genere respuestas.
Pero atentos, el storytelling no es inventar un cuento fantástico para tratar de manipular emociones; es construir un relato coherente y auténtico que ponga en contexto quién es el líder, qué valores defiende y qué futuro (esperanza) propone. En política, aunque muchos consultores aun no lo entienden, esto es vital porque las personas no votan únicamente por una propuesta o cualquier promesa, votan por historias y especialmente personajes con las que se identifican. Los relatos combinan personajes, territorios, tramas, objetivos y valores. En política, esos elementoslos podemos entender como líderes, pueblos, luchas, sueños y promesas.
Algunas veces con éxito…
En Latinoamérica creo que pocos líderes en el mundo han entendido y encarnado el storytelling como José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, de forma conciente o inconciente. Su historia personal se convirtió en un relato político que trascendió fronteras.
Personaje: Mujica no necesitó construir un personaje ficticio, y creo que eso es lo más importante que deben entender los políticos, el personaje es uno mismo en base a su propia historia y características. Su propia vida –exguerrillero, preso político durante 14 años, agricultor austero– fue suficiente para transmitir autenticidad. Vivía como hablaba, y hablaba como vivía.
Valores: Siempre buscando indentificar los más universales, vemos en él simplicidad, honestidad, cercanía. No necesitaba proclamarlo en discursos; lo demostraba con hechos, como conducir su propio Volkswagen o vivir en su chacra.
Trama: De la lucha armada y la cárcel a la presidencia de la república. Un relato de transformación personal que se convirtió en símbolo de reconciliación y esperanza para un país.
En esta historia vemos aplicado de manera precisa el famoso Viaje del Heroe de Joseph Campbell, una técnica que principalmente en carreras políticas puede ser de gran ayuda.
Imagen tomada de www.adrenalina.es
El resultado fue que Mujica pasó a ser un referente mundial de liderazgo auténtico. Su storytelling trascendió la política uruguaya para posicionarlo como un ícono global de sencillez y humanidad. Y que perduró más allá de una presidencia para acompalñarlo y colocarlo en importantes podios a nivel mundial.
Algunas veces no se consigue…
Desde un punto meramente de análisis de comunicación política, el caso de Guillermo Lasso, expresidente de Ecuador, ilustra cómo la pérdida de coherencia narrativa puede dañar la marca personal de un líder político.
Personaje: Lasso se presentó inicialmente como un empresario exitoso, disciplinado, con capacidad técnica para manejar el país como una empresa.
Valores: Eficiencia, gestión moderna, cercanía con el mundo empresarial.
Trama: Prometió un “Ecuador del Encuentro”, pero su gobierno enfrentó múltiples crisis políticas, de seguridad y sociales, en las que la comunicación fue reactiva y poco empática.
Desconexión: Su storytelling se fracturó cuando los ciudadanos percibieron incoherencia entre lo que decía y lo que hacía. Prometía diálogo, pero transmitía distancia. Prometía unidad, pero su narrativa no lograba incluir a todos.
La consecuencia fue que su relato perdió fuerza. No logró generar un vínculo emocional duradero con la ciudadanía, lo que se reflejó en la caída de su popularidad y en el debilitamiento de su proyecto político.
Y si estás en el mundo político, algunas recomendaciones…
El storytelling no es improvisación ni maquillaje. Es una herramienta estratégica que, bien usada, puede fortalecer la confianza y la conexión entre líder político y la ciudadanía.
Este es un trabajo que debe realizarse de manera profesional con consultores especializados, pero puedes iniciar considerando algunas premisas básicas:
Autenticidad primero
La gente detecta cuando un relato es falso (más rápido cae un mentiroso que un cojo… adagio popular). El punto de partida debe ser la propia historia de su vida: sus luchas, sus aprendizajes, sus valores. No se trata de inventar, sino de seleccionar y resaltar lo que conecta.Coherencia entre el decir y el hacer
Absolutamente ligado al anterior. Un buen storytelling se valida en los hechos. No hay relato que sobreviva si las acciones contradicen las palabras.Definir un protagonista claro
En este sentido yo prefiero trabajar con un modelo de arquetipos. Lo importante es que haya un personaje con el cual la audiencia pueda identificarse.Construir una trama que enganche
Las tramas de crisis y superación son especialmente poderosas porque muestran un camino de cambio.Posicionar valores universales
Los valores son la brújula moral de la sociedad, mostrarlas y demostrarlas claramente permite que la ciudadanía se identifique emocionalmente con un relato y por lo tanto con el protagonista.Simplicidad y emoción
Los relatos políticos deben ser comprensibles y emocionantes. La gente recuerda emociones, no cifras.Consistencia en todos los canales
El storytelling debe estar presente en discursos, entrevistas, redes sociales, debates y hasta en la vida cotidiana del líder. Todo comunica (lo he dicho mil veces) y debe reforzar el relato.
Y al final…
En política, los programas de gobierno caducan, pero los relatos perduran. Mujica, como muchos otros, se convirtió en un símbolo porque su storytelling fue auténtico, coherente y consistente.
El storytelling político no es un lujo, es una necesidad. En un mundo donde la atención es breve y la competencia narrativa es intensa, quienes logren contar relatos auténticos, coherentes y movilizadores no solo ganarán elecciones, sino que dejarán una huella en la memoria colectiva.
La verdadera pregunta que todo líder debería hacerse y que es la que al final de cuentas debería guiar todo su accionar es: ¿cuál es el relato que quiero que cuente mi pueblo sobre mí cuando ya no esté en el poder?