HABLEMOS DE... CONSTANCIA
Esta semana llegó al capítulo 100 de mi programa 15 Minutos al Rojo Vivo, y aunque mas de una vez he estado a punto de desistir, de cancelarlo, de tirar la toalla; ya sea por cansancio, frustración, síndrome del impostor o un millón de razones… excusas siempre hay; hoy me siento orgulloso de lo que he logrado, y eso sólo se resume en un valor… la constancia. Así que hablemos de eso.
Las marcas personales no se gestionan a la velocidad de la luz
Vivimos en una época donde la inmediatez se ha vuelto lo común. Queremos resultados en un clic, reconocimiento en un post y credibilidad en un fin de semana. Pero hay algo que las redes sociales todavía no pueden acelerar: la reputación de una marca personal sólida y coherente.
Y lo mas común cuando empezamos a hablar de una consuultoria de Personal Branding con un cliente es que muchos piensan que la marca personal es un “proyecto express”. Por eso siempre digo que trabahjar en tu marca personal no es un destino… es un viaje que dura toda la vida.
En mis años trabajando con políticos y ejecutivos altamente expuestos, he visto cómo la prisa por “posicionarse” se convierte en su peor enemigo. Quieren que la gente los reconozca, los admire y los escuche, pero sin haber construido la base para sostener esa atención. Y la atención, sin coherencia y un trabajo a consciencia, es una bomba de tiempo.
El personal branding no es un golpe de suerte ni un video viral; es un proceso de maduración profesional y emocional. Se cocina a fuego lento, como todo lo que realmente importa. Una marca personal con impacto no nace de un post bien diseñado, sino de una historia que se cuenta y se vive.
Según el Edelman Trust Barometer 2025, el 63% de las personas confía más en líderes y marcas que son consistentes en su comunicación y comportamiento a lo largo del tiempo, frente a aquellos que solo aparecen en momentos clave o de crisis. La confianza no se improvisa. Se gana con repetición, con coherencia, con esa sensación de que lo que dices hoy no contradice lo que hiciste ayer.
La reputación se mide en tiempo, no en likes
En esta hipercomunicación digital, el valor de una persona acostumbra a medirse con métricas… que no está mal, pero es una cifra fría que no significa ni dimensiona el verdadero sentido de la marca personal. Ni mucho menos en la estabilidad con la que permanece. Las reputaciones instantáneas son como fuegos artificiales: deslumbran, hacen ruido y luego se apagan. Las marcas construidas con constancia, en cambio, se vuelven faros.
La impaciencia: el enemigo moderno de la marca personal
La constancia no es bien percibida, porque requiere disciplina y sobretodo, tiempo. Nadie quiere escuchar que detrás del éxito hay que madrugar, trabajar fuerte, caerse una y mil veces. Pero es justo ahí, en la rutina agobiante, donde se llegan a forjan los verdaderos líderes. La disciplina es la forma más tangible de coherencia. Un político que quiere inspirar confianza debe hacerlo cada día, no solo cuando hay cámaras. Un CEO que predica innovación debe ser el primero en evolucionar. Un profesional que habla de reputación debe cuidar la suya incluso cuando nadie lo está observando.
Un ejemplo muy real, la coherencia, igual que un músculo, se fortalece con repetición, con pequeños actos diarios que reafirman quién eres y qué representas; si eres de los que va al gimnasio sólo los primeros días de enero puedes entender lo difícil que es ser constante. Publicar un post inspirador es fácil. Sostener el mismo mensaje durante años, incluso cuando no recibes likes, eso es lo que te da credibilidad.
Como dijo Elvis… “It´s now or never”
Vivimos en la era del “ahora o nunca”, y eso ha contaminado nuestra forma de construir reputación. Queremos resultados sin proceso, reconocimiento sin trayectoria, influencia sin impacto. Pero hay una paradoja: cuanto más rápido intentas posicionarte, más frágil se vuelve tu marca. Los liderazgos que se construyen sin base son como castillos de arena: pueden ser virales un día y desaparecer con la siguiente ola. Y si algo nos enseña la historia —desde Julio César hasta Obama— es que la permanencia viene de la coherencia, no del aplauso momentáneo.
El Barómetro de Edelman también advierte que la “fatiga de confianza” es una de las mayores amenazas actuales. La gente está cansada de discursos. Quiere ver continuidad, no promesas. Quiere marcas y líderes que no cambien de tono según la tendencia. La constancia no solo te hace confiable, te hace predecible en el mejor sentido: quien te sigue sabe a qué atenerse. Y eso, en tiempos de incertidumbre como los que estamos viviendo, es oro puro.
Una marca personal sólida no se improvisa. Se diseña, se trabaja y se defiende. Y no hay atajos: los procesos que valen la pena toman tiempo. Si en el gimnasio no ves resultados en dos semanas, no dejas de entrenar (o al menos no deberías). Lo mismo pasa con tu reputación: cada acción coherente es una repetición que fortalece tu liderazgo. Las marcas personales que perduran son aquellas que entienden que el proceso es parte del valor. Porque una marca que no evoluciona, se estanca. Y una que quiere correr antes de aprender a caminar, tropieza.
Una opinión muy personal
Yo creo que más importante a que te crean hoy es que te sigan creyendo mañana.
Tengamos claro que las caídas son inevitables y equivocarse es humano. Pero lo que realmente diferencia a un líder es la capacidad de aprender, ajustar y volver a intentarlo sin perder el propósito.
Porque en marca personal no se mide cuántas veces te caes, sino cómo te levantas.