Elecciones 2021: Marca institucional VS Marca Personal

Arranca un nuevo proceso electoral en Ecuador, puede decirse que uno de los más sui generis a nivel mundial, no sólo por el hecho de tener que establecer nuevos mecanismos de promoción por culpa de la pandemia, sino porque los electores vamos a tener que decidir frente a una sábana de opciones, no son 16, son 48 imágenes frente a nuestros ojos (16 logotipos y 32 rostros), sin contar con las papeletas de asambleístas, y en ningún análisis aún he escuchado sobre lo que sucede en la cabeza del elector en el momento de la verdad.

Con más de 15 años inmerso en comunicación política he visto que usualmente sucede lo que no se espera; y, obviamente, la mayoría de los analistas, que al final se equivocaron en sus profecías, encuentran explicaciones de lo más surrealistas para justificar el resultado obtenido. Desde mi trinchera, que es el posicionamiento de marca, me permito hacer una pequeña reflexión sobre elementos que creo que se están descuidando.

Por más de 30 años hemos visto que el voto, al menos en nuestro país, no es racional sino emotivo, vivimos en una sociedad muy joven aún y de sangre caliente, que actúa por impulsos y rara vez mide las consecuencias. No digo que el elector sea tonto, jamás, muchas veces creo que son ellos los que les hacen tontos a los candidatos; pero si estoy convencido que las decisiones de voto no tienen ninguna relación a lo acertada o equivocada que puede ser la propuesta del Plan de Gobierno que presentan, y que existe un muy alto porcentaje de personas que la decisión de voto la ratifica o deshecha el mismo momento de la votación.

Si a esto le sumamos que son 16 candidatos en la papeleta, mi mejor referencia sería a las compras en el supermercado, donde muchas decisiones se toman al momento de estar frente a la percha, esto lo comenté hace un par de años en las elecciones locales y pocas veces he tenido tanta razón.

Veamos algo tan trivial como comprar arroz, uno tiene su marca de costumbre, si el grano es más grande, más blanco, o de un arrozal distinto, no me importa; voy a la percha, veo las opciones sólo por curiosidad, identifico mi marca, y son pocas cosa…

Veamos algo tan trivial como comprar arroz, uno tiene su marca de costumbre, si el grano es más grande, más blanco, o de un arrozal distinto, no me importa; voy a la percha, veo las opciones sólo por curiosidad, identifico mi marca, y son pocas cosas que pueden hacerme cambiar de decisión. Si llego ante una percha llena de opciones, que al final lo único que generan es miedo o stress por tomar una decisión, no me importa toda la publicidad que me hayan embutido, en lo de siempre encuentro seguridad y tranquilidad.

Entonces, si mi voto durante los últimos 15 años ha sido verde, naranja, amarillo, bicolor o multicolor, seguirá siendo el mismo, porque ante tantas opciones, tantos rostros desconocidos, y tanta gente alrededor, la rutina es como me mantengo en mi zona de confort. Siempre puede haber una excepción que rompa la regla, y esta puede ser si alguno de los candidatos ha logrado un branding personal que trascienda la marca, creo que de esos sólo hay 3 o 4 y la mitad no estarán en estas papeletas, y yo tengo muchos reparos a la teoría de que se pueden endosar los votos.

En conclusión, creo que estas elecciones aún guardan muchas sorpresas y más allá de las encuestas, los equipos políticos deben tener una visión más global; más allá de acciones “de moda” o improvisadas, deben trabajar sobre un personal branding profesional, salir de la zona de confort de la comunicación/marketing político y extrapolarlo a las estrategias de consumo masivo.

Y, finalmente, una recomendación, no descuiden su marca institucional, al final de cuentas el branding que trae a cuestas una marca puede estar mucho más posicionada en la mente del elector, y ser decisivo al momento del voto ante 32 rostros que desconocen y confunden.